A la pelu con mi madre.
Belleza, modas, mujer joven, tintes... hombre canoso.
¡Como odio todo eso!
Aunque un cambio o retoque, ¡sienta de puta madre!
Es toda una terapia, muchas veces mejor que cualquier psicólogo.
Entre la conversación de la peluquería, las risas que te pegas, el analisis sociológico, con cada imagen, lo que que se lleva y lo que no, y ver todo lo que necesitamos para sentirnos bien, al final es toda una experiencia, finalmente nuestra raya de autoestima "Sim" aumenta.
Això es el que hem manca a mi, una bona peluca.
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