Es un año difícil para mí tanto económica como personalmente pero días como el del desayuno con los compis de la sagrera no tienen precio, soy una tía afortunada y como diría Alaska con una gran vida social.
Gracias a todos los compis de La Sagrera, al capitán que nos obsequió con sardinas, a su ruta guiada por la cofradía de pescadores y gracias al canta-autor que me regaló la sepia que le vimos pescar.
Un día tan afortunado para mí como lo es para el gato de la última foto. Lo recuerdo y me vuelve a salir una sonrisa de felicidad.
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